Soprano

by - septiembre 02, 2017

“Afortunado es aquel que vive solo sin remordimiento”

Detesto los domingos, pero también los amo porque son el único día en que descanso. Detesto el fin de semana porque son, prácticamente dos días sin ver la luz del sol. “Mi afán por permanecer sola me está enfermando” pienso a diario, pero me gusta. Esa agonía de sentirte libre, pero ese apego por la soledad me carcome.

Los días reflejan serenidad y tranquilidad, y lo disfruto. Disfruto el vistazo por mi ventana; los arboles al lado de la carretera. Es tan irónico. Le dije a Logan por el contestador que le extrañaba, tal y como extraño el sabor de los lunes a la madrugada todos los domingos por la noche. Él sabe con certeza cómo es penar por algo que aborreces pero necesitas. Tal y como yo a él en este instante.


Quisiera no tener remordimientos, quisiera ser impredecible para el destino, pero se empeña en darle un giro a mi presente como si no doliera. La inquietud persevera cada que me vuelvo y decido ver el resplandor de la mañana justo al lado de la puerta, y me invade el sentimiento de angustia. Pero ¿Por qué? ¿Acaso no es suficiente el remordimiento de la monotonía y el miedo al cambio? Más le vale al futuro ser incierto y acogedor, porque mi alma rompe el silencio a gritos sin razón, incluso en soprano. 

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