Serena

by - marzo 24, 2018




Me desperté con el sonido de la llovizna en mi ventana, se sentía tan bien. La serenidad y la tranquilidad de la calle no hacían sombra en la mente de otros.
La despejada carretera llenaba de tranquilidad a cualquiera que se asomase, haciendo deslumbrar la necesidad del silencio.
En particular, mi mente se cesaba de gritos. Brillaba por la ausencia de calma y por el deleite de preocupación.
“Las mañanas serenas no son una excusa para saciar las ansias en mi mente, después de todo” pensaba frunciendo un poco el ceño.
Era una bonita mañana como para sentir ese estremecimiento en mi cuerpo, el acelere de mi corazón en mi pecho; a punto de salir, mis manos sudar y mi cabeza dar vueltas.

No es justo que con la maravillosa vista, mi interior no lo entienda e insista en mantenerse de esa forma; ansioso e inquieto.

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